Divino compañero del camino,
tu presencia siento yo al transitar;
ella ha disipado toda sombra,
ya tengo luz, la luz bendita de su amor.
Quédate, Señor, ya se hace tarde,
te ofrezco el corazón para posar;
hazlo tu morada permanente,
acéptalo, acéptalo mi Salvador.
La sombra de la noche se aproxima,
y en ella el tentador acechará;
no, me dejes solo en el camino,
ayúdame, ayúdame hasta llegar.
Contigo la jornada se hace corta,
no habrá sed, ni sol fatigará;
si en el mar las olas amenazan.
Tú sobre ellas majestuoso andarás.